El acero es la aleación más básica y eficaz del hierro, que contiene entre un 0,2% y un 2,1% de carbono.
Es un material que utilizamos a diario, de innumerables maneras: para construir coches, rascacielos, puentes e incluso órganos artificiales, por no hablar de sus aplicaciones en nuestra vida cotidiana, como cubiertos, ollas o latas.
Uno de sus usos más importantes en todo el mundo es la fabricación de puentes.
El primer puente colgante del mundo fue construido por el ingeniero Francisco Ortego y Monasterio en Bilbao, Vizcaya (Vizcaya), en 1893; unía las dos orillas del río Nervión con una longitud de 192 metros y una altura de 45 metros sobre el nivel del agua.
Esta extraordinaria obra sigue funcionando perfectamente en la actualidad y es uno de los símbolos más emblemáticos de Bilbao.
La historia y el desarrollo del acero están fuertemente ligados a nuestra tierra, el País Vasco -donde los romanos ya extraían su hierro-; tiene un importante foco a nivel mundial.
Uno de los mejores ejemplos de este esplendor es el Puente de Vizcaya; el transbordador colgante más antiguo del mundo y uno de los Patrimonios de la Humanidad de la Unesco.