El aluminio es el tercer elemento más común en la naturaleza, después del silicio y el oxígeno.
Por su gran resistencia a la corrosión y su baja densidad, es de gran utilidad en la ingeniería de materiales.
También tiene otras ventajas: es un buen conductor eléctrico, es fácil de mecanizar y el precio del aluminio es más asequible que el de otros metales.
Por todas estas razones, su uso aumentó a partir de la segunda mitad del siglo XX hasta situarse en segundo lugar después del acero.
Los usos del aluminio se rigen por sus propiedades:
Resistencia a la corrosión
Permite la fabricación de envases para alimentos y bebidas o componentes para productos químicos.
También permite la fabricación de piezas para ser utilizadas en ambientes húmedos como barcos o tuberías.
También puede utilizarse para fabricar herramientas y equipos que estén en contacto con alimentos (platos, cuchillos, etc.) o productos cosméticos (barras de labios).
Ligereza
Gracias a su baja densidad, puede utilizarse en aplicaciones en las que la ligereza es importante, como en los aviones o el equipamiento deportivo.
Este bajo peso ha llevado a su uso en automóviles como paneles de carrocería, llantas de aleación o componentes de suspensión.
Conductividad eléctrica
Se utiliza para cables eléctricos (líneas de alta tensión) y dispositivos electrónicos.
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